Los venezolanos hemos generado muchos mitos en relación a nosotros mismos, porque los venezolanos somos admiradores de los mitos, porque no entendemos nuestra historia. Como ni siquiera la conocemos, nos hemos visto obligados a sustituir la historia por la mitología. Creemos que somos un pueblo vivo en el sentido de astutos, de pícaros, de una gran destreza y de una gran habilidad. Hemos asociado la palabra vida, palabra hermosa, y la llegamos a confundir con viveza, pensamos que estar vivos es hacer una picardía, decir que una persona es viva o está viva es porque está en algo, está haciendo algo.
Los venezolanos tienden a ser muy hábiles dando órdenes, pero sin persuadir ni ejecutar: imponemos más al otro que a nosotros mismos y más de lo que ejecutamos y persuadimos. Además, también se encuentra el que persuade y dispone pero no ejecuta, ese es el manipulador, en donde se encuentran el liderazgo político tradicional.
Los venezolanos somos muy astutos observando, nos damos cuenta de todo por lo que somos muy avispados. Sin embargo, no sistematizamos, ni evaluamos. La sistematización es muy importante para el desarrollo de un país. Sin embargo, resuelven todo a través de la observación y no toman como base procedimientos o sistemas establecidos, por lo que prevalece la improvisación.
Los dos verbos más importantes para el venezolano son disfrutar y consumir. Sin embargo: no consumimos para disfrutar (esto no es un juego de palabras), hacemos lo contrario, disfrutamos para poder consumir. Dibujado y analizado el mapa del venezolano se llega a la conclusión de que es necesario mejorar el proceso de aceptar y mejorar al otro. Por otro lado, es indispensable aprender a sistematizar para que Venezuela progrese con paso firme.
Los venezolanos amamos acercándonos, pero realmente no aceptamos a los otros como son y mucho menos los mejoramos. Esto justifica el que la apariencia personal sea tan importante para nosotros, porque es nuestra manera de generar aceptación en los demás. Creemos ser muy amorosos y no es así somos simpáticos y cautivadores, pero nuestro amor es egoísta, por lo que éste es el origen de la viveza de venezolano.
Sabemos motivar y disfrutar pero no satisfacemos. Somos expertos seductores, lo que también explica la afición por nuestra imagen. Si se mezclan estos aspectos con la orientación de los venezolanos por el amor, entonces tenemos un sentimiento simple, de puro acercamiento, que seduce pero no satisface.
Los venezolanos tienden a ser muy hábiles dando órdenes, pero sin persuadir ni ejecutar: imponemos más al otro que a nosotros mismos y más de lo que ejecutamos y persuadimos. Además, también se encuentra el que persuade y dispone pero no ejecuta, ese es el manipulador, en donde se encuentran el liderazgo político tradicional.
Los venezolanos somos muy astutos observando, nos damos cuenta de todo por lo que somos muy avispados. Sin embargo, no sistematizamos, ni evaluamos. La sistematización es muy importante para el desarrollo de un país. Sin embargo, resuelven todo a través de la observación y no toman como base procedimientos o sistemas establecidos, por lo que prevalece la improvisación.
Los dos verbos más importantes para el venezolano son disfrutar y consumir. Sin embargo: no consumimos para disfrutar (esto no es un juego de palabras), hacemos lo contrario, disfrutamos para poder consumir. Dibujado y analizado el mapa del venezolano se llega a la conclusión de que es necesario mejorar el proceso de aceptar y mejorar al otro. Por otro lado, es indispensable aprender a sistematizar para que Venezuela progrese con paso firme.
Los venezolanos amamos acercándonos, pero realmente no aceptamos a los otros como son y mucho menos los mejoramos. Esto justifica el que la apariencia personal sea tan importante para nosotros, porque es nuestra manera de generar aceptación en los demás. Creemos ser muy amorosos y no es así somos simpáticos y cautivadores, pero nuestro amor es egoísta, por lo que éste es el origen de la viveza de venezolano.
Sabemos motivar y disfrutar pero no satisfacemos. Somos expertos seductores, lo que también explica la afición por nuestra imagen. Si se mezclan estos aspectos con la orientación de los venezolanos por el amor, entonces tenemos un sentimiento simple, de puro acercamiento, que seduce pero no satisface.
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